martes, 15 de septiembre de 2009

Cómo tembló Morrocoy


La probabilidad de que nosotros estuviéramos en un cayo en Morrocoy, cerquita del epicentro del sismo en Morón, debe ser aproximádamente de una en millones de personas, sin embargo, sucedió.
Decidimos ir a Cayo Sombrero un grupo de amigos y nosotros este fin de semana, llegamos el viernes en la noche porque por más que intentamos, se hizo de noche y en fin, llegó el sábado en la tarde, los niños, 7 en total, buscando pecesitos en el agua y buceando. Los adultos sentados en nuestro sitio de camping, unos en la arena (yo) otros sobre cavas y otros en sus sillas.
Llega uno de mis hijos diciendo "arréglenme esta careta, se le salió la tirita", nadie agarró la careta, en ese mismo instante todo el mundo se quedó callado y quieto, el primer sacudón llegó, mi esposo dijo, está temblando y el sacudón fue mayor y más largo. Ya en ese momento, todos estábamos de pie, no solo nosotros, todos los del cayo, que ya estaba lleno por los visitantes que van a pasar solo un día.
Las que somos mamás, corriendo hacia el agua a buscar a los niños. A mi me dio chance de explicarle a un señor que pedía que no corriera nadie, que no corría por histérica, que iba a sacar a los niños del agua. El Sr. vendedor de obleas, no buscaba a nadie, corría por todo el cayo, iba y venía imagino que intentando darse cuenta de que no tenía hacia dónde ir...
La Sra. que cuida el baño se arrodilló a rezar, nunca había sentido que se moviera el cayo.
El guardaparques abrazó a un amigo: "nunca había abrazado a otro hombre" dijo.
Toda la playa gritó a la vez. El primer sonido que se oyó fue el del temblor, durísimo. El segundo el grito de la gente de la playa, todos a la vez, más duro aun. Todos de pie, no se veía a los que estaban en el agua y a quienes jústamente buscábamos.
Aparecieron los niños, todos juntos, la gente que estaba cerca los había mandado a salir.
"La arena se movíaaaa pero el agua no", nos dijo uno.
"Yo no tenía los pies en la arena, estaba buceando buscando caracoles" lo que escuché fue el ruído, como tres bombazos debajo del agua" muy a su estilo sonido de juegos de wii.
Los adultos, intentando llamar para averiguar dónde fue el epicentro.
"Pregunta si fue en la Tierra, si fue en el Mar, averigua si hay alerta de Tsunami......." Ajáaaaaaaa pero es que no hay posibilidades de comunicarse con nadie. Solo una operadora ocasionalmente permitía comunicación, casi nadie tenía además batería en el celular, había que ahorrarla para cuando las líneas se descongestionaran.
Pues si, hubo alerta de Tsunami, las noticias indicaban, al día siguiente, que el alcalde de Tucacas había mandado a desalojar los cayos por la subida de la marea y por prevención..... UMJUUUUUUU. "Payclas fue desalojada porque la marea la hundió..." dijo un lanchero al día siguiente, no creo que sea tal cual, pero como es un cayo pequeño, debe haber quedado poco espacio donde estar.
Pues no, los que se fueron ese sábado fue porque se iban desde un principio y el lanchero que contrataron sabía la hora en que tenía que ir a buscarlos, unos adelantaron su regreso, pero los que estaban pernoctando, vecinos nuestros que recogieron asustados para irse, no pudieron, su lanchero vendría cuando le dijeron, es decir, el domingo.
Nadie apareció, ni una franelita verde de la guardia, ni una patrulla costera, ni el mismo guarda parques que se abrazó con el amigo fue visto por las carpas. "Para qué iba a avisar que había alerta de Tsunami, eso era alarmar a la gente", decía al día siguiente.
Los cangrejos con los que los niños jugaron el viernes en la noche, no aparecieron el sábado ni por error.... El domingo en la mañana, el mejor día de sol para disfrutar, la gente que va de visita por un día no llegaba, estábamos por fin en un cayo de verdad, de los de antes, sin tanta gente, poco a poco fueron apareciendo uno que otro esporádicamente. No había gasolina en Chichiriviche porque se fue la luz, eso retrasó todo, no era que prohibieran ir al cayo....
Total que entre temblequeo y todo, seguimos disfrutando de nuestro fin de semana, totalmente seguros de que si en este país pasa algo en el que corra peligro la vida de los demás, nadie moverá un solo dedo de gerente para hacer las cosas como debe ser. El alcalde dio una orden, nadie la acató y a él no le importó verificar que se cumpliera.
Seguimos nuestro ritmo normal, no teníamos más nada que hacer, salvo disfrutar, solo intentamos saber qué había pasado en Caracas, pensamos que sí se había movido igual que el cayo, la mitad de los edificios y casas estarían en el piso.
Tucacas si sintió las consecuencias, un faro, el de la torre de la foto, se cayó, paredes agrietadas, el puente de Punta Brava se resintió y fue cerrado.
Eso no nos detuvo, seguimos nuestro camino hacia Coro, solo con la experiencia de un terremoto en un cayo. Porque si, 6,4 grados o 6,2 grados como dicen unos y otros, es un terremoto.

1 comentario:

  1. Este relato es muy real por que yo estaba en cayo boca seca con mis hijos y solo doy gracias a Dios por haberse apiadado y darnos otra oportunidad que debemos valorar.

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